El efecto invernadero


© UNESCO. Ilustración: Eva Medeiros

Una parte de la radiación proveniente del Sol es absorbida por la superficie de la Tierra y otra parte es reflejada. La radiación reflejada por la superficie es, a su vez, absorbida por ciertos gases que se encuentran la atmósfera, principalmente por el vapor de agua y el dióxido de carbono, aunque también por el metano, el óxido nitroso, el ozono próximo a la superficie y el freón. Estos gases se conocen como gases de invernadero.

Los invernaderos permiten, a través de sus ventanas, la entrada de luz visible pero impiden parcialmente la salida de luz infrarroja, dando lugar a un aumento de la temperatura.

Los gases de invernadero absorben la radiación que refleja la superficie de la Tierra y la vuelven a emitir, impidiendo, parcialmente, la pérdida de energía térmica hacia el espacio exterior. Es importante resaltar que el efecto invernadero es un proceso natural y permite que las temperaturas de la superficie terrestre sean las adecuadas para la vida.


© UNESCO. Ilustración: Eva Medeiros

El efecto invernadero es un fenómeno que ha fluctuado a lo largo de millones de años de acuerdo a las variaciones en la composición y concentración de la atmósfera. Vale la pena destacar que los procesos naturales de fotosíntesis y respiración tienden a equilibrarse, mientras que las acciones antropogénicas desequilibran el sistema, incrementando el efecto invernadero y con ello, produciendo el calentamiento global. Desde 1850 la concentración de dióxido de carbono se ha duplicado en el planeta. Los científicos suponen que su incremento se debe al uso a gran escala de combustibles fósiles, la roturación del suelo, y la destrucción de las áreas boscosas y selváticas.